Antes de empezar el curso de Diarios de familia era consciente que muchas veces los recuerdos de infancia en verdad son imágenes de fotografías. Hay momentos que se mantienen en mi memoria porque he visto esas fotos en casa de mis padres un montón de veces y ahora son recuerdos de mi infancia.
Este año en el que los recuerdos pesan mucho y que me ha hecho más consciente entre la fina línea entre la vida y la muerte quise empezar un curso que tenía apuntado en mi lista de deseos de 2020. Diarios de familia ha supuesto una reconciliación con este año, de aceptación y de querer iniciar proyectos que me ilusionan y que quiero que perduren en el tiempo.
Cuando vas a casa padres y buscando un libro de la Universidad y te encuentras con el cuento que hiciste con 8 años, con un juguete que todavía huele a tu niñez o con las fotos de cuando "el pavo" era tu amigo más fiel y te ves estupenda te entra alegría y añoranza. Creo que a casi todo el mundo le gusta recordar las cosas de su pasado porque te explica muchas cosas de tu presente.
Por eso el curso Diarios de familia ha supuesto para mí ponerme manos a la obra y materializar los recuerdos, dejarlos recogidos para que siempre que queramos podamos recurrir a ellos. No para quedarnos anclados en esos tiempos pero sí para disfrutar y para que el futuro de la familia conozcan de donde vienen.
No te cuento nada más del curso porque quiero que lo descubras, que te entregues y dejes que todo esos recuerdos bonitos que tienes salgan a flote. Cada lección es un descubrimiento y te removerá por dentro pero déjate llevar.
"Porque todo lo que hoy te parece rutinario, normal, banal el día de mañana puede que te guste verlo, lo eches de menos, lo valores más y te parecerá un tesoro"
Bea Millán. Diarios de familia.
María P.