enlace A los 22 años Julia sufrió un accidente de tráfico que le hizo replantearse su vida y aprovechar cada momento de la misma. Un año más tarde entraría en el bosque de Stanford en California y sentiría que ese lugar maravilloso le hacía sentirse viva. Allí descubrió que una compañía maderera estaba dedicándose a talar aquellas secuoyas (algunas milenarias) Julia no lo podía permitir y decidió ponerse en contacto con una asociación ecologista que se dedicaba a subir a los árboles para salvarles.
Espacio de inspiración y creatividad.