Lo bueno de ser niño ahora, es que gracias a la evolución de la sociedad ellos no tienen interiorizados como nosotros teníamos en su día esto es de niños y esto es de niñas.
Mi pequeño príncipe crece y de repente se ha convertido en un pequeño guerrero. En estos días que están siendo un poco duros, busco mi ratito de tumbarme en el sofá, taparme con mi mantita e intentar dormir un poco para no dar vueltas a la cabeza... Qué idílico, ¿verdad?
En cambio el pequeño salvajito no entiende que me encuentre tumbada y no saque tiempo para jugar a la lucha. Este juego consiste en tumbarse encima mía, hacer cosquillas, poner un pie en mi cara, que le coja en volandas, caernos y volver a subir. Puede que haya algún momento de ¡Para, para que me haces daño! o las lágrimas hagan acto de presencia. Pero eso no es más que el descanso para el siguiente "combate"
Y yo, que estaba echa una piltrafilla en el sofá acabo riéndome de ver que su energía no termina, que es capaz de subir una y otra vez sin cansarse y de contagiarme de su vitalidad y decir... Disfruta el momento.
María P.