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Un tema recurrente estos primero días de enero está siendo la meditación, he hablado de ello con los compañeras del equipo, con amigas, con una mamá del cole y hasta en el curro; y es que yo creo que empezamos el año con demasiadas expectativas y a veces el día a día nos supera.
Como ya os contaba aquí, desde hace tiempo al finalizar el año hago balance y me marco metas para el año próximo, pero siempre son propósitos asequibles. En mi lista no pongo ir al gimnasio todas las semanas porque difícilmente haga el amago de apuntarme y tampoco me propongo leer un libro semanal si uno cada dos meses para mí ya tiene mérito. Por eso si revisas tu lista de propósitos y ves que no son reales o que no te apetece hacerlos rómpela y empieza de nuevo, con una sola meta, disfrutar el momento.
El primer post que escribí fue una reseña del libro "Busca en tu interior" y como siempre digo para mí fue un antes y un después en mi vida, aunque previamente a ello hubo pequeños cambios y conocimientos que hicieron que el libro fuese para mí lo que ha sido.
Así que sin ser experta en la materia y siempre desde mi humilde experiencia te propongo que incorpores a tu vida diaria un momento de "atención plena", de meditación. Que seas consciente de todos los pasos que das y que te permitas el lujo de disfrutar de las sensaciones. El momento elegido es la ducha.
Todos los días nos duchamos, ¿no? O bueno, por lo menos un día sí un día no, el caso es que ese momento tiene que ser el tuyo, en el que todo te resbale de manera literal. Vamos a ser conscientes de todos los pasos que damos.
Empezaremos por quitarnos la ropa y nos daremos cuenta de lo que hacemos de como nos quedamos como mamá nos trajo al mundo y como nuestro cuerpo reacciona al fresquito que hace. Luego al entrar en la ducha disfrutaremos de como el agua cae por nuestro cuerpo, comprobaremos que la temperatura es la adecuada la que verdaderamente deseamos y cuando nos lavemos el pelo vamos a darnos el lujo de masajear nuestro cuero cabelludo como si estuviésemos en la peluquería.
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Empezaremos por quitarnos la ropa y nos daremos cuenta de lo que hacemos de como nos quedamos como mamá nos trajo al mundo y como nuestro cuerpo reacciona al fresquito que hace. Luego al entrar en la ducha disfrutaremos de como el agua cae por nuestro cuerpo, comprobaremos que la temperatura es la adecuada la que verdaderamente deseamos y cuando nos lavemos el pelo vamos a darnos el lujo de masajear nuestro cuero cabelludo como si estuviésemos en la peluquería.
Es un ejercicio difícil, lo sé, pero poco a poco verás como sale solo y que esos 5 minutos de ducha te sabrán a gloria. Los primeros días no empezarás a echar el jabón en la esponja cuando te pongas a pensar si al final has sacado el potito del congelador o has enviado el correo que le prometiste a tu jefe, no pasa nada. La cuestión es que vuelvas a tu estado de relajación sin castigarte, de manera natural, ya luego pensarás en todo ello.
Empieza hoy mismo, no lo dejes, total por intentarlo no pierdes nada. Si te apetece ya me cuentas.
Empieza hoy mismo, no lo dejes, total por intentarlo no pierdes nada. Si te apetece ya me cuentas.
María P.