Caer y volver a levantarse . La razón de hoy es literal, no en sentido metafórico (aunque un poco también) Hace unos días cumplí años y los estrené cayéndome en una ruta que habíamos hecho por el campo. Me torcí el tobillo y me desollé la rodilla a la vez, así que el dolor era considerable, tardé un rato en levantarme y cuando lo hice seguí caminando. Me quejé de dolor pero no me recreé en él, me levanté y seguí caminando . Quedaba más de un kilómetro para llegar a destino pero continué sin quejarme, total, no podíamos hacer otra cosa. Y te cuento esto, porque yo ante las caídas de mis hijos soy de las que, salvo que vea gravedad, digo eso de -¡Venga, levántate que no ha sido nada!- Y si compruebo que no ha sido nada les consuelo el tiempo justo para que sigan caminando porque la mayor parte de las veces quejarnos de nuestra mala suerte no nos lleva a un final mejor. Y cuando tienes hijos yo creo que con más interés te tomas eso de caer y volver a levantarte