Eso fue lo que nos paso hace unos años con nuestra princesa, era verano y decidimos hacer una ruta por nuestro lugar de vacaciones. Todo el camino fuimos acompañados por libélulas que son inofensivas; hasta que llegamos a un puente que tenía un nido de abejas. Como íbamos relajados no nos dimos cuenta que lo que pensábamos que eran libélulas en verdad eran ¡¡abejas!! En ese momento la pequeña iba adelantada así que primero nos alertaron sus gritos y luego my love y yo sentimos el motivo de esos gritos. Tras salir a la carrera de locura comprobamos que princesa llevaba unos 6 picotazos, su papi otros tantos y yo salí bien parada porque no creo que llevase más de dos. Lo peor de la experiencia es que estábamos en medio de la nada y Alicia no hacía más que llorar ante el dolor de las picaduras ; cosa totalmente entendible porque yo soy mayor y aún así el dolor era muy intenso, así que no quiero imaginar en una pequeña de dos años. A todo correr nos pusimos en ma
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