La primera relación directa que tuve con la muerte fue con 16 años más o menos; a la salida del cine con mi padre nos esperaba uno de mis hermanos para contarnos que mi abuelo había muerto. No recuerdo qué pasó después, imagino que lloré o quizás no, no lo recuerdo.
Mi primera consciencia de la muerte creo que fue con 10 años, me preocupaba la idea de morirme y sufrir de saber que no estaba viva; una vez más se lo conté a mi padre y él me dijo ¿Te acuerdas de antes de nacer?, mi respuesta fue que no y él siguió: Pues con la muerte será igual, no sufrirás. Puede que para alguien la respuesta fuese demasiado escueta para mí fue lo que necesitaba, no me preocupe más... prácticamente hasta que falto él.
Leí y busqué en cómo hablar a los hijos de la muerte y tras muchas opiniones lo que saqué en claro es que tenía que hacerlo yo, enjugarme las lágrimas y hablar con ellos. Les diría la verdad, a mis hijos de 8 y 4 años. No les dijé que se había dormido, leí que algunos niños luego cogían fobia a quedarse dormidos, no les conté fantasías, les dije la verdad y lo que creo que hay después de la muerte, pero que tampoco estoy segura. Les pedí que me preguntaran todo lo que quisieran, que yo les intentaría ayudar pero les expliqué que tampoco yo tenía todas las respuestas.
Casi dos años después no puedo asegurar que lo hice bien pero estoy tranquila con la decisión tomada. Ellos creo que lo asumieron de una manera natural, mi hija mayor me mira para ver si estoy bien cuando se habla del abuelo o le recuerdo y mi hijo pequeño aún me dice "No te voy a decir nada porque luego te echas a llorar" Sí, me ha salido sincerito mi pequeño. Pero es verdad, a veces todavía lloro y si me descubren les digo que todavía le echo mucho de menos, que mamá es más bien ñoñita pero que con el tiempo estaré mejor.
Todas estas confesiones son para hablarte de un libro que se llama La Esencia, en él un niño llamado Álvaro descubre que la pandemia se ha llevado a la mejor amiga de su abuela y eso le hace pensar que su abuela también se irá y tendrá que hacer frente de nuevo a esa sensación de que hay unos gatos añarando su tripa, está triste. La abuela le acompañará en sus sentimientos y le explicará que cada uno tenemos una esencia, esa energía que no se va con el cuerpo.
Creo que es un libro precioso y sencillo para acercar a los niños a este tema de una manera realista y útil. Y además de ayudarte en esa dura tarea de hablar con tus pequeños de este tema (que creo que ni los adultos entendemos) los beneficios íntegros van destinados a la Fundación Aladina.
El libro está recomendado para mayores de 9 años.
Si quieres conseguir esta maravilla en papel puedes contactar con la autora a través de Whatsapp en el teléfono 630 08 69 03 y dentro de poco actualizaré con la información para conseguirlo en versión digital.
Espero que esta entrada te hay podido ayudar.
María P.