Llegamos a un número redondo 30 y ésta tiene que ser una razón de peso, y es que cuando tienes hijos y un día de caca, ellos te reconcilian con la vida.
Hace unas semanas recuerdo llegar del curro y estar enfadada con el mundo, no recuerdo exactamente cúal fue la razón aunque sospecho que el trabajo influiría. El caso es que me senté en el sofá enfadada conmigo misma y con la esperanza de que la hora de irse a la cama llegase pronto.
Mi príncipe me reclamaba y me pedía que fuese con él a jugar pero yo estaba enfurruñada y me apetecía poco. Pero él insistía... Mamaaaaaaaaá, ven conmigo.
Muy a mi pesar decidí despedirme de mi cálido sofá y arrastrarme a la habitación de juegos. Allí fuí agasajada con una merienda exquisita realizada por el mejor chef, hice de tendera durante un rato, de modelo de élite para la cámara de mi hijo y leímos cuentos juntos.
El enfado se me olvido y fui consciente de la importancia de pasar estos ratos juntos, sin grandes planes, sólo dejándonos llevar por la imaginación.
En tu caso, ¿cómo arreglas un mal día?
María P.