He empezado esta carta unas cinco veces y la he borrado otras tantas. Me ponía muy transcendental pensando en el futuro y no me apetecía; así que he decidido que la carta sea en presente y recordando estos cuatro años maravillosos. Este es el resultado...
Felicidades princesa, ya hace cuatro años que nos conocimos, nuestra relación empezó con bastante dolor para ambas pero te aseguro que lo repetiría cada día de mi vida. Todo el sufrimiento valió la pena. Recuerdo como si fuese hoy mismo la sensación de tenerte sobre mí mientras ambas llorábamos y decirte "Ya mi vida, ya paso"
Me cuesta ver como te haces mayor y te lo digo a menudo, que no crezcas, que quiero disfrutar más de ti, pero sé que es inevitable.
Pero hoy quiero darte las gracias por estos cuatro años de felicidad infinita. Gracias por haberme convertido en mejor persona, por haberme enseñado a ser mamá, por enseñarme frases llenas de sentimiento como la muletilla "de verdad". Me encanta que cuando sientes algo con mucho amor digas eso de "Te quiero, te quiero de verdad" como casi siempre le dedicas a tu hermano Diego.
Contigo he aprendido que muchas veces nos equivocamos y nos caemos pero que "No pasa nada, mami".
Gracias por haberme enseñado a ver lo que verdaderamente es importante, por haberme descubierto que las cosas que valen la pena son las del día a día y que no vale de nada amargarse por cosas que no van a cambiar.
Contigo he dejado de tener vergüenza a muchas cosas y a disfrutar de casi todo sin importarme quien mira o que piensan.
Princesa, gracias por ser como eres y por haberme convertido en una mamá inmensamente feliz.
Por mi parte te prometo que siempre estaré a tu lado, pase lo que pase, aunque no me veas. Te prometo que haré todo lo posible por mostrarte muchas realidades para que tú decidas cual es la que tú quieres vivir. Te prometo que siempre tendré un abrazo para cuando alguna de las dos lo necesitemos. Te prometo que te respetaré.
Quiero que sepas que la mejor razón por la que tener hijos mola, eres tú.
Una última cosa, mi vida; nunca dejes de aprender, de pedir perdón cuando sea necesario, de ser agradecida y nunca dejes de soñar.
Te quiero princesa.
María P.