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Reflexiones sobre Ellas en la ciudad.


 

Últimamente la mayoría de series me aburren, escojo libros en la bilio sobre recomendaciones maravillosas y luego me doy cuenta que para mí no son para tanto y siento que los planes en Madrid se empiezan a realizar para aquellos que los pueden pagar cuando en muchas ocasiones no merece la pena ni lo mitad de lo pagado.  Doctor, ¿qué me pasa? ¿me estoy haciendo mayor de repente?

Luego en Intstagram veo que Elena Guerra recomienda un documental Ellas en la ciudad y ver a Juani con el carro me remueve algo, esa añoranza por aquellos años en los que no sé si mejores pero desde luego mucho más amables que lo son ahora.

En este documental Reyes Gallegos (arquitecta y urbanista) vuelve a tres barrios que entonces eran periféricos creados en Sevilla en lo años 70 y recupera la historia de las familias que allí vivían centrándose en la vida de barrio de las que estaban día tras día, las mujeres. 

Ellas cuentan como hicieron piña, como entonces la terapia se hacia entre vecinas sin saber que era terapia, como pelearon por tener los servicios sociales que se merecían, una biblioteca, un parque, un centro cívico...  Todas en el documental decían que ellas querían haber estudiado pero que entonces no era posible y como con el apoyo de otras crearon una escuela de mayores para aprender a leer, a escribir y hacer cuentas.

Y yo me emociono escuchandolas y me autopregunto - ¿de qué coño te quejas?  Tú no sabes lo que son calamidades, María.-  Y me debato en esa lucha interna de no quejarme porque lo mío no son problemas o de exigir que como trabajadora y madre de familia tener la dignidad de poder llegar a final de mes tranquila.

Las ideas se me agolpan y apago la televisión (qué facil) porque yo no puedo sorportar ver las muertes que se están produciendo en Palestina.  ¿De verdad que en pleno siglo XXI seguimos matándonos por una mierda de tela que representa una bandera?  Y hablo de Palestina porque es lo que nos enseña la tele pero soy consciente de que esto ocurre en otros lugares donde las cámaras no graban.  

De verdad creo que si más mujeres tuvieramos puestos de poder en política estas barbaridades no ocurrirían, no sé si sería todo mejor, pero desde luego que sí más amable.  

Mientras tanto en este mundo mega super conectado por redes nos creemos dueños del planeta cuando cada vez son más individualistas mi casa, mi piscina, mi coche y mis cositas.  Yo quiero vivir en el barrio, como siempre he hecho, quiero tener contacto con el de la panadería, conocer a mis vecinas, hablar con la profe de mis hijos, echar una mano cuando haga falta e involucrarme en la vida de barrio.  Pero ¡Ay María! que bonito se ve todo desde tu ordenador portátil y sentada bajo el ventilador de casa.  Relaja tu vena revolucionaria que nos conocemos...

María P.


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