Estábamos de viaje y al cenar pusimos las noticias para estar un poco al día de lo que pasaba. En ese momento se ven imágenes del atentado en Moscú. Uno de mis hijos se queda con los ojos pegados a la pantalla, temo las preguntas, estoy cansada de todo el día andando y no me veo yo grandilocuente para poder explicar lo que está pasando. Cambio el canal, sin levantarme de mi asiento (bendito mando a distancia). Seguimos cenando.
Al día siguiente fuimos a la visita guiada del pueblo viejo de Belchite en Aragón y descubrí como hace no tantos años el horror se vivió allí y entonces no se podía escapar dando únicamente a un botón.
Actualmente el pueblo viejo de Belchite es el recuerdo de una guerra civil, donde un pueblo grande se queda reducido a pequeños montones de piedras y algunas edificaciones en pie.
Lo interesante de esta visita es la guía, en nuestro caso fue Marta y todavía estoy emocionada de haber podido compartir esa parte de la historia.Al final no se trata de rojos y nacionales, ni de buenos y malos. Si no de un pueblo destruido por las barbaries, por unos ideales. El sufrimiento de vivir días sin agua en un verano muy caluroso, de no poder salir a la calle por si te veía el francotirador de la torre, escuchar la muerte sin poder hacer nada, tener miedo...
A día de hoy sigue habiendo guerras y cuando a los mandamás se les ocurra por fin finalizarla, la crudeza y realidad seguirá en las personas que lo han vivido, en los hombres y mujeres que han visto morir a seres queridos, en los niños que llevan meses sin ir a la escuela, el miedo a ciertos ruidos y el terror al silencio.
Mientras tanto los de arriba seguirán cenando en los mismos sitios.
No te cuento nada más, pero si buscas hay un documental con el mismo nombre y varios vídeos que cuentan cosas que se escuchan y demás. Josefina Cubel fue una de las supervivientes y dió varias entrevistas.
Si tienes oportunidad, no dejes de hacer la visita, me parece fundamental.
María P.