Prácticamente hace un año que llegaste a nuestra vida, príncipe valiente, un año en el que has puesto todo patas arriba pero que nos ha permitido embarcarnos de nuevo en la aventura de aumentar la familia, de conocernos, de aprender mucho juntos y de poner rock and roll a la vida (como diría Raúl Gómez).
Sabes que el comienzo ha sido duro, más de un día has agotado mis energías y mi paciencia pero todo ha valido la pena porque me hace feliz ver como te tumbas encima de tu hermana en cuanto tienes ocasión, me parto de risa cuando juegas al cucutrás con las cortinas o con el primer trapo que encuentres, tus dotes de artista con tu lloro fingido consiguen sacarme una sonrisa y tu mirada sincera de amor me derrite cada mañana.
Desde luego que cada hijo es una aventura y la tuya cuanto menos es intensa.
Te quiero príncipe, porque aunque hayas llorado lo que no está escrito luego eres el más valiente; en el médico cuando toca que te hagan pruebas, en casa cuando toca despedirnos y en la vida que aunque te caigas, siempre consigues levantarte, porque a tozudo hay pocos que te ganen.
Gracias hijo, por este año de aventuras, me quedo esperando todas las siguientes que nos esperan. Te dejo agarrado de la mano de tu tata para que empieces a recorrer camino aunque sé que pronto te soltarás, pero espero que el hilo que os une no se rompa jamás.
María P.