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La razón número 40 es olerles, sacar tu instinto más animal y oler a tus cachorros. Cada vez soy más consciente de que la felicidad está en los pequeños detalles y momentos; y uno de estos es tumbarme junto a mis salvajitos y embriagarme con su olor. Meter la nariz entre el pelo de princesa me gusta, retener para siempre esa fragancia de niña. Me encanta coger a príncipe recién bañadito y oler su cuerpo mientras le echo la crema. Son esos olores de niño que no durarán para siempre y que quiero retener en mi cerebro.
En unos años lo de oler a mis cachorros pasará a ser una idea muy loca cuando la adolescencia entre en sus cuerpecitos y el odio por el agua haga mella en ellos. Por eso, si aún estás a tiempo, respira a tus pequeños.
María P.