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Mis reflexiones de la película de Barbie


No era mi intención volver hasta el inicio de curso pero hoy me apetecía hacer esta entrada y aquí estamos.  ¿Qué tal tu verano? El nuestro la verdad que bien, disfrutando de días de playita y a la espera de que nos deparará agosto.

Ayer acudimos a ver la película de Barbie mi hija mayor y yo; sí amigas, he sucumbido a la ola del rosa y me apetecía ver a Ryan Gosling que ofrecía haciendo de Ken.  

En el club de malasmadres preguntaban que nos parecía esta vorágine de Barbie y si era una buena imagen para nuestras hijas e hijos.  Y yo, creo que sí.  Que como muchos hemos hecho a lo largo de los años, Barbie ha mejorado.  

En nuestra casa mis hijos juegan a los muñecos y muñecas y los tenemos muy variados: hay estereotipos, hay uno en silla de ruedas, algunas de raza negra, otras que no cumplen con las medidas estándar y hasta uno que le falta una pierna.  Este último fue imposible volver a meterla en su cadera, pero aún así a mis hijos les gusta tener al señor cojo como un personaje más de sus historias.

Tengo claro que en mi infancia no fue así, la Barbie era única y por supuesto perfecta.  Su mundo era rosa.  Es por eso que a mí gustaba más la muñeca Chabel (por favor, que nadie diga Chabeli, que esa no era).  Chabel era más niña, no tenía cuerpo de mujer y sobre todo ¡tenía una autocarvana que flipas!, la tenía mi vecina Patri y me encantaba jugar con ella.  Esa caravana llena de detallitos preciosos, con cajas de cerales, galletas, su espejo, el secador...

Me pase mi infancia pidiendo a los Reyes que me trajeran la caravana de la Chabel, pero no, a mí me trajeron la de la Barbie.  Jugué mucho con ella pero era estridente con ese mundo tan rosa, sin esos detalles que me flipaban en la de Chabel... Y creo que con todo esto a las niñas nos enseñaron que pasada la tierna infancia se debe odiar el rosa, por la representación de lo femenino.  

El caso es que creo que Barbie fue una influencia un poco equivocada en nuestra infancia pero que ha trabajado por evolucionar.  También Coria Castillo contaba en Instagram a sus "fanses" que se había atrevido a llevar un dos piezas que mostraba un poco de su vientre.  Estaba trabajando en ello, porque no tener un cuerpo normativo y vestirte de manera que no sea para esconderlo a veces es todo un atrevimiento.  

Ella confesaba que antes era de las que cuando veía a algo que salía de la norma solía hacer un chascarillo entre su grupo de amigos.  Y esa he sido yo también.  Nunca me he mofado de nadie ni ha sido mi intención dañar, pero sí que he comentado con mis amigas algún detalle.

Yo como Barbie y como Coria, también he evolucionado.  Procuro no chismorrear y sobre todo respetar, porque no tienes ni idea de lo que lleva la otra persona encima.  El trabajo que esta realizando y ¡qué narices! quién soy yo para juzgar.  ¿Quién establece que es lo que puedes y no puedes mostrar?

Así que este verano disfruta, quiérete y si lo consideras pues también evoluciona. 

Volviendo a la película de Barbie, me pareció muy entrañable el homenaje a Ruth Handler la creadora de la muñeca y a destacar el discurso de la mamá de esa adolescente, con la que me sentí tan identificada, que dijo verdades como puños y que no aplaudí en la sala de cine por corte.

¿Es la mejor película? Para mí no.  ¿Era necesaria? Aquí creo que sí, muy necesaria.

Y aquí voy terminando mi reflexión que para un rato que vuelvo no puedo parar.

Por último confieso que a mis 40 mi color favorito es el rosa y que finalmente me regalaron la caravana de la Chabel pasados los 30.

A seguir disfrutando del verano.

Pd: ¿sabías que Barbie está ayudando a la exploración espacial para lidiar con el polvo lunar?

María P.

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